No hay nada más humano que un parto y, sin embargo, llevamos décadas atentando contra los derechos de las mujeres a participar, opinar, ser informadas y decidir sobre los procesos de atención que se le brindan en embarazo y nacimiento.
Pero, ¿qué es el parto respetado? El parto respetado y/o parto humanizado es aquel que sigue el proceso fisiológico y el progreso natural del trabajo de parto, respetando las expectativas manifestadas por la mujer y su pareja. El parto no es solo un proceso hospitalario en el que ofrecer las máximas garantías sanitarias a madre y bebé, sino que exige ofrecer también las máximas garantías psicoafectivas, informando, compartiendo el desarrollo, necesidades y posibilidades que se generan durante el transcurso.
El parto respetado es una deriva de la violencia obstétrica que durante años se ha aceptado como ‘normal’ siendo en sí misma una anomalía. Por eso es tan necesario el cuidado respetuoso durante el parto, descrito como “un derecho humano universal que abarca los principios de la ética y el respeto por los sentimientos, la dignidad, las elecciones y las preferencias de las mujeres”.
De nuevo, parece una obviedad, pero está muy lejos de ser la realidad que viven miles de mujeres, con unos procesos que se enfocan desde la medicalización y no desde la esencia misma del acto: dar vida. La mujer no es objeto sino sujeto, y el equipo médico es la herramienta, imprescindible y necesaria, pero herramienta. La mujer embarazada va a parir, no está embarazada ni incapacitada, y por defecto, debe prevalecer su confort, bienestar y conocimiento de lo que sucede.
Es necesario recordar que embarazo y parto son el único y verdadero punto de inflexión de la humanidad: ¿cómo es posible que la madre se haya expulsado de la toma de decisiones sobre su propio cuerpo en un momento tan delicado e inconmensurable? Bienvenida sea la Semana del Parto Respetado para poner luz a un momento que aún hoy tiene demasiadas sombras.