Son muchas mujeres, mujeres que conocemos -hermanas, amigas, compañeras, hijas- que independientemente de edad -pero en edad reproductiva- se encuentran en un escenario para el que nadie las había preparado y que tampoco se les había mostrado: no pueden quedarse embarazadas.
Y en esa ecuación, no están solo ellas por el hecho de quedarse embarazadas. La infertilidad no es una cosa de mujeres. Es un problema universal y transversal en la pareja y atañe a ambos sexos. También a los hombres.
En este nuevo escenario, el papel de la mujer, hombre o pareja que presenta algún tipo de problema o dificultad para concebir pese a desearlo con todo el corazón, les provoca un dolor difícil de digerir y explicar. Una losa que va pesando solo a quien la lleva. Pero una losa sobre la que su entorno, bien por incredulidad bien por ignorancia, añade más y más peso.
La infertilidad tampoco es un oasis al que llegan solo unos pocos. No es ninguna lotería. La infertilidad es un terreno cada vez más común que debemos entender y transitar debidamente si no queremos añadir más dolor al dolor. Más si tenemos en cuenta que no somos la especie del reino animal con mayor poder reproductivo. Se estima que solo hay un 25% de posibilidad de embarazo tras la relación sexual en el momento de ovulación de una mujer, porcentaje que disminuye con la edad. Según datos de IVI, aproximadamente 1 de cada 6 parejas en edad fértil se verá afectada de esterilidad.
Las causas y los factores que inciden en la infertilidad, masculina y femenina, son numerosos y complejos y requieren de voces de expertas para hablar de ellos con autoridad. También de todas aquellas soluciones y tratamientos -que son muchos y avanzados- que la medicina y la ciencia han desarrollado y que suponen una luz al final de ese túnel por el que pasan muchas parejas.
Desde Farmaconfort solo queremos aprovechar el Día de la Fertilidad para recordar que cada lado tiene su reverso. Y la maternidad tiene el suyo. Necesitamos una sociedad que deje de estigmatizar la infertilidad, entendiendo su complejidad, sin estigmas ni frases hechas que lo reduzcan todo ‘al tiempo de cocción del arroz’.