El hombre es el único animal capaz de hacer algo así, pero también es capaz de aplicar el mismo modelo de estupidez y tropezar dos veces con la misma piedra. Algo parecido es lo que ocurre en nuestras compresas y protegeslips. No porque estén envueltos de plástico, sino porque lo contienen y pueden contener substancias potencialmente tóxicas o sintéticas que, bajo el nombre, perfumes, tienen como objetivo disfrazar un supuesto mal olor que no sería tal de no existir el perfume que lo pretender enmascarar.
¿Es necesario añadir perfumes a nuestras compresas cuando la menstruación no huele y lo que huele es, precisamente, el resultado de la escasa transpiración que se produce cuando una compresa está en contacto con nuestra piel y se encuentra con componentes potencialmente tóxicos y/o sintéticas? ¿No será más fácil, sostenible y natural (y económico) apostar por tejidos naturales, hipo-alergénicos y transpirables como el algodón?
Casi siempre (por no decir siempre) el camino más corto entre el punto A y B es una línea recta y eso es justamente lo que no encontramos en la gran mayoría de productos de higiene menstrual. Como consumidores, debemos exigir transparencia y honestidad a los productos que consumimos. No debemos contribuir en rizar más un rizo que afecta a nuestra salud y la del planeta. Desnudemos la fruta de plásticos y hagámoslo también con nuestra piel. Para que el planeta y nuestro cuerpo puedan, al fin, respirar.