Entre los ‘problemas’ asociados al verano que afectan a la población en general, quizá los más comunes sean la deshidratación, la exposición solar y las elevadas temperaturas que pueden derivar en hipertermias o golpes de calor, algo especialmente relevante si tenemos en cuenta las ‘molestias’ asociadas al tercer trimestre del embarazo. Veamos qué podemos hacer cuando ‘unos’ y ‘otras’ coinciden en el tiempo-espacio:
1.- Parece difícil evitar que en algún momento u otro el sol no vaya a hacer acto de presencia en un momento en el que la piel se muestra especialmente sensible. La aparición de pequeñas manchas -debido a una melanina mucho más activa- es muy común durante el embarazo, por lo que hay que ser especialmente cautos a la hora de tomar el sol (imprescindible al mismo tiempo para que nuestra piel sintetice su dosis de vitamina D).
¿Cuándo y cómo hacerlo? En horas de menor radiación, siempre con sombrero o algún elemento que proteja el rostro y aumentando el factor de protección solar.
2.- En segundo lugar es muy importante prestar atención a la hidratación durante los meses estivales, priorizando una dieta en la que el consumo de frutas y verduras tenga un lugar destacado por encima de otros alimentos más calóricos, dulces o elaborados con grasas de origen animal.
La regla es lógica: alimentos más ligeros nos harán sentir menos ‘pesadas’.
3.- En tercer lugar, la pesadez y el cansancio se descubren como los compañeros de viaje no deseados pero inevitables que no pierden la oportunidad de hacer acto de presencia y que pueden potenciarse si le sumamos la dificultad de conciliar bien el sueño, propia de los meses más avanzados en las que ‘ya no sabemos cómo ponernos’.
Al respecto de esto último, es importante ventilar bien la habitación, hacer algo de ejercicio de baja intensidad (por ejemplo, nadar en la playa o piscina muy sienta muy bien), evitar cenas copiosas y dormir con ropa muy ligera y transpirante. Si vas de viaje o te desplazas, no te olvides de tu cojín para embarazadas.
4.- Por último, recuerda que el algodón natural es tu gran aliado y no puede faltar en tu día a día.
En primer lugar, ante cualquier pérdida de orina que pueda producirse durante las últimas semanas y que son muy comunes. Utilizar compresas de algodón ecológico hipo-alergénicas y transpirables evitará que sientas molestias y picores asociados a componentes químicos, perfumes y blanqueantes presentes en compresas convencionales.
En segundo lugar, como tejido imprescindible en tus ‘outfits’ de verano (en la calle, en casa y para dormir) que te harán sentir más cómoda, fresca y te ayudarán a regular la temperatura corporal.